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miércoles, 26 de mayo de 2010

POEMARIO VI


Páginas de arena, sueños solitarios
que cabalgan en la almohada.

Humo blanco y perfumado de tus labios,
de tus cejas y de tu cara.

Un amor que tropieza en la mejilla
y con los ojos te evapora la mirada.

Vivo con el corazón en un panal,
con el silencio en tu boca
formando sonrisas,
formando calles sin salida
formando algún deseo entre la roca
o simplemente no querer amar.

Mi vida entre nubes abiertas de papel,
con tu nombre exiliado en la brisa
y mi nombre pálido que yacía en la repisa
se ha marchado contigo también.

Tiempo de siempre,
calcinado, cobrizo y oscuro
como el fondo de una taza de café.

Líneas que se escribe en la fogata
con la luz de mi mano,
me acerco,
lloro con los dedos de leña,
sonrojado por tu ausencia,
por las cenizas,
por el color de un amor
que aún de muerto
me flamea la piel.

Jesús Ssicha Leer más...

miércoles, 19 de mayo de 2010

EL CAPULLO DE MOHE

Mohe fue mi primer amor de adolescencia, un amor zodiacal inexplicable (agua y fuego), un amor muy antónimo para muchos, pero de alguna u otra manera llegamos hasta un largo camino que vivimos hasta sus últimos pasos.

Mohe me enseñó a dormir en aquel capullo que tejimos juntos en aquellos años donde no existía la dependencia a los gélidos celulares ni la necesidad de estar siempre apareados a la computadora.

Mohe tenía el color de mis ojos como un wallpaper y cada vez que la miraba inclinaba sus labios como queriendo sonreír y al mismo tiempo preparándose para entibiar sus besos en mi boca.

Mohe caminaba conmigo por la apacible Av. Chile para escondernos del sonido de otras calles, amaba el silencio de sus besos inesperados, sus dormilones abrazos en la cintura que no despertaban jamás.

Mohe me cantaba canciones asiáticas muy cerca de mis labios acústicos y sin darme cuenta iba atardeciendo sus ojos en mi delgado hombro hasta quedarse completamente dormida, soñando quizá con nuestro niño dando su primer paso sujetado de nuestros índices.

Mohe tenía un dulce aroma disuelto en sus cabellos fotogénicos y sus manos hablaban con una caricia suave todo su amor, un amor que quedó indeleble en mi rostro, en mis ojos, en mis lágrimas y en la atmósfera de algodón de mi vieja almohada.

Mohe se llevó su sonrisa albina muy lejos de aquí, me dejó su voz indagando en el aire que a veces no logro oír. Mi vida en su cuerpo canela, mis pies que la sintieron partir, me quiso, nos quisimos y a lo lejos, inerte, con el amor hundido entre mi sombra le siembro un poco de luz y lo dejo ir.

Mohe se fue lejos de los cisnes y lejos de los jardines con flores amarillas que nunca vimos morir. Me vi llorar encima de su mirada de invierno y la vi llorar con sus ojos transparentes. No sé cuanto nos quisimos, pero sea diminuto o mucho el amor que nos dimos, es algo que ni la distancia ni el olvido los borrará para siempre.

Jesús Ssicha Leer más...

sábado, 15 de mayo de 2010

EL PULGAR QUE PERDIÓ EL CORAZÓN

Desde el día que no tengo celular siento que mi dedo pulgar se ha quedado sin corazón, no he podido presentarle otra marca u otro modelo porque él siempre extrañará a su morena Motorola que cada vez que lo veía se llenaba de luz y vibraba con tal sólo sentir su presencia.

Recuerdo cuando se conocieron, se quedaron toda la noche en medio de pequeñas constelaciones multimedia, se descubrieron, se enamoraron y desde ese día soñaron una vida juntos en medio de mi almohada.

Ella se levantaba tiernamente muy temprano con una melodía de amor ("Dil Chura Le") y él silenciosamente se acercaba a darle su primer beso en su diminuto botón de algodón.

Él no podía vivir sin ella, era la luz de sus ojos dactilares, su energía de todas las mañanas, era el dedo más feliz del mundo que había tenido entre mis manos, pasaba el tiempo y ella un día murió por las tantas caídas que da la vida, él no supo que hacer, se desesperó y trataba de animarla dándole pequeños besos que nunca tuvieron respuestas.

Cada mañana él esperaba la voz de su amada que yacía solitaria y silenciosa al pie de un cargador y cables USB’S. Mis manos transpiraban las lágrimas de él y yo cada vez me sentía más culpable de todos los culpables, fui muy descuidado y sin darme cuenta había asesinado la alegría de un pedacito de mí, lo dejé desvalido y sin ganas de apretarme la nariz.

Había pasado una semana y prometí a mi dedo recuperar a su primer amor, juntos la cargamos y le llenamos de energía a pesar de que ella no daba señales de luz, pero sabíamos que ella se pondría mejor, ella nos sentía, ella quería vivir.

Dejamos a la morena Motorola en manos de otros dedos que sabían su profesión, mi dedo resignado y con algo de recelos me arañaba la garganta mientras nos alejábamos de ella.

Cuando llegamos a casa, él juntó mis manos y nos pusimos a rezar junto a la almohada donde ella solía cantarnos al oído, recuerdo que ella saltaba y se escabullía por toda la cama y a veces amanecía debajo de alguna silla o dentro de un zapato.

Salimos de la casa en busca de buenas noticias, él por la ansiedad se había olvidado de limarse el cabello, será que a veces el amor nos distrae y a veces nos olvidamos hasta de nosotros mismos.

Cuando llegamos, unas manos maravillosas nos entregaron a nuestra morocha, lucía hermosa, casi como el primer día en que él la vió y casi como el primer día él la llenó de besos nuevos y perpetuos. Desde ese momento él la cuidó más y no dejaba que sufra otra distracción mía, ella se sabía incontables canciones y siempre nos hacía bailar, llorar y reír con sus videos, ella ha guardado en su buena memoria tantos momentos juntos, tenía una perfecta noción del tiempo y muchas veces que me he sentido solo ella me hacia acordar en su lista de contactos que en realidad tengo muchos amigos.

A pasado un mes desde que nos arrancaron de nuestros corazones a nuestra morocha Motorola, unos pillos se la llevaron bruscamente, mi dedo quedó nuevamente destrozado sin querer volver a besar a otra. Temo decirle a él que ella posiblemente haya sido formateada, ya no somos parte de su presente y quizá nunca más la volvamos a ver en nuestra tibia cabecera.

Pero morena linda si algún día te acuerdas de nosotros, recuerda que mi gordito ama tu tacto, el color nocturno de tu carcasa, la viajera brisa de tu voz, el skin de tu pecho y la alegría de tus teclas al recibir un mensaje de amor.

Jesús Ssicha

Escena musical "Dil Chura Le" de la película Dil Ka rishta.
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miércoles, 12 de mayo de 2010

UNA NIÑA VIRTUAL

Conocí a una niña que nunca vio el brillo de mis ojos, ni tocó mis manos blindadas de caricias, pero algunas veces oyó mi voz abstracta dentro de un puñado de aire. Ella apareció cuando aún mi corazón tardaba en cerrarse por las heridas de amor que uno ni se explica por qué son tan dolorosas y difíciles de ocultar. La niña de mis sueños virtuales que no guarda las palabras para su soledad, ni la alegría para sus labios, ni sus penas indescifrables para su boca.

Mi niña me hace sentir bien, escribe con bondad y no tenerla en línea y cerca a mis contactos admitidos hace que todo me haga falta. Vivo con la necesidad de su palabra, de oírla en mi nuevo celular mientras endulzo un café o mientras estoy camino al trabajo.

Ella vive dentro de mis sueños más agradables, también dentro de mi Facebook, de mi Hi5 y de mi más amado Messenger.

Vivimos con diferentes identidades, tenemos más de dos e-mail y somos tan volubles e inestables como cualquier ‘nick’, a veces ella puede ser totalmente mi amiga, mi hermana, mi único amor con nombres diferentes, pero como se llame lo único que me importa es que sea feliz como ella es, pues un nombre no cambia nuestra manera de ser, sólo cambia la manera en que nos puedan llamar.

Todos los días leo su ‘nick’ sin destinatario y actualizado con algunas frases de amor, para luego ver mi bandeja de entrada llena de 'spam' que abro con recelo al igual que a mi temeroso corazón, pero la quiero en la distancia, sabiendo que podemos ser tan diferentes como un IP, igual la quiero porque su voz ausente hace que la escuche debajo de mis labios y su mirada a lo lejos hace que la tenga mas cerca de mis ojos ESET.

Eres la niña virtual, cabello negro, sonrisa blanca, piel anochecida e iluminada según tus fotos en JPEG, adoro tus estrellas que vagan por tu cuello de papel.

Extraño el campo de tu pecho, el GIF animado de tu boca cuando ríes, cuando lloras, cuando no tienes a quien querer.

Me despido, te despides con el miedo de no volvernos a ver. Te vas, me dejas junto a una ventanita de pixel. Te quiero, me quieres y sin pensarlo de otro modo no te dejaría de querer.

Sleep mi niña, gracias Internet.

Jesús Ssicha Leer más...