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sábado, 6 de abril de 2013













Te Conocí...

Te conocí en la distancia 
y aún así sin poder conocerte, 
sin saber quién eres y de dónde vienes 
sin saber que siento y por qué lo siento,
de la forma más distante 
y de la forma más sublime
llegaste a entrar a mi vida.

El tiempo me acercó a ti sin pedirlo
y tropecé con tu belleza y tu sonrisa,
y sin poder querer más a nadie 
ya te estaba queriendo en secreto.

Te conocí por algún milagro del destino
por mi soledad que busca tu soledad,
por un sentir que nos acorta la distancia,
por nuestros corazones llenos de sueños,
y lleno de alegrías e ilusiones pendientes.

Espérame… voy atravesar fronteras por ti,
voy a cruzar parques y capillas,
y  caminaré descalzo por la arena,
y te querré por todas las avenidas.

Te buscaré por todos los rincones,
por todos los jardines de flores,
por las dulcerías y guarderías
y por cada uno de mis sueños.

No quiero perderte… espérame,
yo iré para atardecer contigo
y contemplar la noche en tus ojos,
y tocar las estrellas cada vez que te mire.

Y llenaré tus labios con besos nuevos,
y sonreiré junto a tu pequeña sonrisa, 
y tú me dirás que nunca me aleje,
y yo te diré que no podría vivir sin ti…


Jesús Ssicha
(Poema dedicado para una Bella Princesita)



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martes, 4 de diciembre de 2012


“NO TE CONTÉ"

No te conté… 
 Ni le conté a mi madre, ni al aire que respiro.
Ni a mis sueños de niño resentido.
Ni a mis juguetes olvidados que tanto amé.

No te conté… 
Ni le conté a las hermosas flores de mi mesa 
 que orgullosas perfuman tu nombre 
y que cada día que pasa se parecen tanto a ti. 

 No le conté a mis labios que te necesito. 
Y que cada día que pasa sonrío y me siento más feliz… 
No le conté a mi almohada, pero me delata mi sonrisa 
y sin saberlo espía mis sueños más bonitos junto a ti. 

 No le conté a mis ojos que te anhelo 
que deseo siempre tu mirada inesperada 
y que la distancia no separe nuestro cielo, 
ni la crueldad del tiempo aleje nuestra esperanza. 

 No te conté… 
te quiero porque mi corazón te quiere y te necesita… 

 Simplemente te quiero… te quiero mi bella princesita. 


  Jesús Ssicha
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viernes, 30 de marzo de 2012

AMOR SIN SER AMOR


No sé si te quiero todavía
no sé si te he de olvidar
solo sé que las rosas aún
con su belleza y sus espinas
siguen siendo rosas todavía
y la mañana sin ti o contigo
sigue siendo despertar.

Y si tus manos con el amor
que nos unía y desunía
ya no se volvieron a juntar,
será para otro tu cariño
y será para otra mi lealtad.

Y poco a poco o algún día
como hojas secas del rosal
irás partiendo de mis sueños
y con la voz pegada a la cortina
serás solo un sueño y nada más…

Y pasará el tiempo y para tu vida
seré solo un recuerdo
de esos que llegan sin alguna despedida
pero llegan y sin sentirlo pasarán.

Oiré tu voz desde mi boca
y susurraré tu mirada desde mis ojos
y tu sonrisa junto a la ventana
se irá alejando poco a poco.

Mi corazón pensará en ti
y sin sentir amor lo sentirá,
y tu amor sin ser amor hará que llore;
y sin amarte mis ojos llorarán.

Se mudarán tus caricias hacia otro rostro
y los besos que llegan no llegarán;
y los capullos que anidan tu mejilla
abrirán sus alas y volarán.

Y sin decirte adiós, me verás partir
seré pequeño, diminuto, un sonreír,
y sin decir tu nombre te nombraré,
será que te amaba, será que te amé…

Jesús Ssicha Leer más...

lunes, 25 de octubre de 2010

DISCURSO A MAMÁ POR SUS 50 AÑOS



Señora, desde que me abrigó entre sus brazos nunca más me sentí solo, ya no me queda heridas pasadas de mi niñez desde que usted está aquí.

¿Recuerdas? fui abandonado y me recibiste con la ternura que sólo se puede recibir de una madre, fui huérfano y me hiciste tu hijo, fui un niño enfermo con TBC y nunca te separaste de mi lado, fui golpeado y reprimido por mi propia familia, pero tú me defendiste, me rescataste y me amaste.

Señora, sé que no soy tu hijo verdadero, pero ¿cómo no llamarle madre?
Una madre que me has enseñado a respetar la vida cuando yo no lo valoraba, me enseñaste a no decir mentiras porque yo solía mentir para no ser maltratado, me enseñaste a no robar porque yo era un niño que robaba para comprarse un juguete usado y me enseñaste a quererme para poder querer a los demás, pero ahora te quiero sólo a ti.

Señora, le doy gracias por darme la vida cuando de niño yo no deseaba vivir, le doy gracias por apostar por mí cuando usted tenía toda la de perder, gracias por llenar mi manos de trabajo y honradez. Gracias de todo corazón por amarme tanto como yo lo amo.

Señora, yo no nací de su tibio vientre, pero la vida que llevo se la debo por entera. Usted me protegió, me encaminó por el camino del bien, he hizo de mí un hombre fuerte y lleno de amor.

¡Señora, crecí! Aprendí de su esperanza que no se desvanece ante nada, ante ninguna adversidad, ante ninguna buena razón que cese su optimismo. Eres mi sueño más agradable cuando mis ojos están a la luz del día, eres mi pensamiento de lucha inagotable y mis ganas de levantarme cada mañana para poder enfrentarme inspirado ante la vida.

Señora, recuerdo su sonrisa, su mirada cansada, sus lágrimas nocturnas en su almohada, sus manos duras de tanto trabajar, sus pies agotados y sus inesperados desmayos por esta vida sacrificada que sigues dando día a día. ¿Cómo podría pagarle todo el cariño y tiempo que has gastado? ¿Cómo podría devolverle sus cabellos negros y su piel joven y blanca? ¿Cómo podría darle todo ese amor que desinteresadamente me has brindado,… ¿cómo? ¡Si para mí el amor que le doy no me basta! pero siempre dices que para ti lo es todo.


Señora, soy tu hijo, le debo los años que pasas a mi lado, le debo su dedicación para que siempre sea una mejor persona y un mejor hijo, le debo su sabiduría y sus consejos que llevo siempre para no caer en las drogas y en la delincuencia, le debo las penas y disgustos que quizá he provocado algunas veces sin darme cuenta, le debo su paciencia, su perdón, le debo con todo el corazón su sacrificio por haberme dado la mejor herencia que una madre puede dar a un hijo que no es suyo, la educación y los valores.

Señora, confieso que he aprendido a amarla sin límites y sin darme cuenta siento que nunca la dejaría de amar, porque usted es mi madre ante mis ojos y ante los mismos ojos del Dios que me levantó entre sus brazos para no ver a su hijo morir.

Madre soy tu hijo, madre te debo la vida.


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martes, 10 de agosto de 2010

EL CLARO DESEO DEL AMOR



Es de noche,
un silencio repartido
en pequeños pedazos de besos
y frente a nuestra cama de paja y de hilo
un racimo de cielo colgado en el viento.

Tu fina y tibia cabellera de trigo
reposa en mi cuello sediento,
y desde siempre mi corazón estará contigo
y desde siempre tu corazón latirá en mi pecho.

A media luz, anido tus praderas y tus montañas
desde estos termales deseos míos
y como una manta de viento en la mañana
me acerco al suave desierto de tu ombligo.

El amor emerge de tus sienes desnudos
y en tus labios mi hombro,
y en mis besos tus muslos,
las ansias de sed en tus senos
y el panal de tu voz en los muros.

Y tú te acercas a mí como un abanico de rosas,
y tu perfume y tu belleza germina en tus manos,
y tan cerca, muy cerca como la flor a las mariposas
aterrizas tu vientre con tus jardines salados.

Te sucumbes en medio de enfrentamientos volcánicos
y tus pies se elevan como lanzas de inciensos,
mi cuerpo se desliza a tu cuerpo como lluvias de invierno
y tus labios se siembra a mis labios como semillas de besos.

El amor que eclipsa aromatiza las almohadas
como el olor del pan caliente a las canastas de piel
y junto a nuestros besos el calor de una cama,
y junto nuestras bocas el sabor de la miel.

Dentro de tu arco teñido de fiebre,
emigran mis castañas caricias
y al sur las gaviotas de noviembre
y al norte mis blancas cenizas.

Nuestras siluetas de imán se anclan en la misma piedra
y nuestra red fosforece cada vez que te atrapa la voz
y desde nuestra enredadera hasta nuestra tibia cabecera
me ato a tu mirar con los mismos lazos que no matan
pero que desatan las caricias verdaderas
y liberan el claro deseo del amor.

Jesús Ssicha Leer más...

miércoles, 16 de junio de 2010

MOMENTOS


Cuando Pao y yo éramos adolescentes huimos de casa sin saber si volveríamos, Pao era feliz pero a veces lloraba en mi hombro de cartón.

Ella llevaba el hambre en una bolsita negra y yo su alegría en mi mochila vacía.

Besaba los cabellos de Pao y junto a mis besos tropezaba mi voz en su cabeza, diciéndole bajito, eres lo mejor de mi vida y ella se volteaba a mirarme y me sonreía.

Mis bolsillos gastados del pantalón cobijaban las últimas monedas que pude sacar de casa y esa tarde comimos como niños hambrientos una bolsita llena de pan.

Pao y yo no teníamos donde dormir, sin dinero llegamos a una playa, nos sentamos en una alfombra de arena, piedritas y abanicos, conversamos con el viento y las voces de la sal.

Sin darnos cuenta llegó la noche con sus latidos amarillos de luna, aún sus besos de Pao dormían en su boca pero mis besos se acercaban a ella como gaviotas anidando su mirar.

Cubrí su cuerpo con mis brazos, su piel tibia de lana, tejidos de mis agujas que rezurcieron suavemente su mirada.

Sus livianos brazos de Pao tomó mi cuello como un tendedero y nuestra pobreza se escabulló en la mochila que nos sirvió de cabecera.

Su amor hervía en mi pecho formando cadenitas transparentes de agua y como un castillo de arena me desboronaba lentamente en sus manos honradas.

Sus pies se inclinaban como aletas de sirena, mientras mis dedos buscaban sus manos como formando una concha de mar.

Los cabellos de Pao se extendían como siluetas de pulpos en la arena y sus ojos de perla se destilaban al besar.

Mis besos de barco anclaba en su cuello de pecera y mi amor se hundía en su ombligo como un delfín al nadar.

Las olas de Pao llevaron mis olas subterráneas y canoras, nocturnas de amor.

Entrelazados con mi techo de piel en sus senos nos disolvimos con la sal, la noche evaporó nuestras caricias y juntos atados a un corazón morimos a lado de una estrella de mar.


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martes, 1 de junio de 2010

UN AMOR EN LA MESA (Poema V)


Te oigo por las noches en la cocina, me acerco,
te siento junto al olor de la manzanilla
y mis ojos servidos junto a la mesa derraman la sal.

Tu amor emigra en la mantequilla,
en las bolsitas transparentes de té
y en las blancas bolitas de pan.

Tu voz se empoza en mi cuchara vacía,
la sopa amarilla se enfría,
y tus manos calientes no están.

Te ocultas en mi plato de nieve,
el agua hierve,
te evaporas, te vas.

Al pie de la nevera un limón muere,
las verduras se secan de fiebre
y las cebollas se echan a llorar.

Nada se fríe en esta casa,
la carne al pasto, los huevos al nido,
los peces al mar.

Labios secos como madrigueras de cal,
mis besos flacos besan el ras de una taza,
y tus besos que fueron míos
no los besé nunca más.

Manteles castos sin tu boca que limpiar,
tengo el hambre viajando por la panza,
y el corazón estirado con un triste pesar.

Tengo la soledad de una tabla de picar,
el silencio del tomate entre los ojos
por tu amor que amé en mis antojos
y por tu extraña forma de mirar.

La vieja alacena que no guarda más nada
ni la harina que jugaba en tus manos,
ni los chocolates con pasas que te solía comprar.

La mesa, nuestra mesa, tú no estás
me quedó tu alma, tu sonrisa y las cerezas,
y cerca de tu muerte que me acaricia la cabeza
cierro los ojos y me pongo a cocinar.

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